¿Os acordáis cuando solo había un modelo de familia, el padre, la madre y los hijos que Dios mandara hasta que la muerte los separara?
Yo sí, han pasado unos cuantos años de eso, y bien entrado el s. XXI, los modelos de familia se han actualizado.
Todavía me acuerdo cómo perseguían a mi mejor amiga del colegio cantando a coro un grupo de niños acosadores: “Tus padres están separados”, como si de la mayor de las ofensas se tratase y es que entonces era el único caso conocido del colegio.
Afortunadamente, unos cuantos años después, los modelos de familia se han actualizado a la realidad social, ahora vemos todo tipo de modelos de familia y en la mayoría de los países occidentales, todos son válidos.
Lo que no se ha actualizado es el modelo de educación, más bien, lo ha hecho pero sin un sentido de dirección, es un “palos de ciego a ver quien educa mejor” y no se te ocurra tocar a mi niño porque es el ombligo del universo.
Hemos pasado de Reyes de la Casa a Ombligos del Universo. Se les está dando una responsabilidad y un protagonismo para lo que no están preparados.
¿Cuando nos preguntaban a nosotros: qué queríamos comer? por ejemplo. Excepto si era tu cumpleaños o una ocasión muy especial, se comía lo que decidían los padres. O ¿Dónde ir de vacaciones? o ¿Qué quieres hacer este fin de semana? o un largo etcétera de decisiones de adultos que ahora están tomando los niños. Me sorprende escuchar, “no salimos porque mi hijo no quiere” o “solo come arroz y pollo, o macarrones” o “sigue con el chupete porque si no, no duerme” y el niño o niña en cuestión tiene 6 ya años.
Luego cuando esos “pequeños tiranos” van creciendo, nos sorprenden noticias en los telediarios, del tipo, “hijo ha pegado al padre o a la madre”, “ha denunciado a sus padres por no dejarle entrar en casa a las 6 de la mañana borracho.”
Lo que se está viendo es una ausencia total de límites y nos hemos pasado al otro extremo.
No podemos ser los amigos de nuestros hijos, les estamos dando una responsabilidad que les viene grande, no tenemos un modelo válido de educación que se adapte a los nuevos tiempos, queremos que nuestros hijos sean los mejores pero no aceptamos las diferencias, no les damos tiempo, no les escuchamos, tampoco sabemos ser el referente para ellos, porque estamos demasiado ocupados haciendo, trabajando para darles lo mejor, la mejor educación, las mejores marcas, cuando en realidad lo único que necesitan es tiempo, tiempo de calidad, tiempo para perder, tiempo para ser. Esa necesidad la tenemos nosotros también, pero como no paramos, no nos damos cuenta y le echamos la culpa a la sociedad, a la vida, a la crisis, al vecino, a cualquier cosa, con tal de no asumir la responsabilidad que tenemos de nuestra felicidad y de la de nuestros hijos.
¿Qué podemos hacer?
Lo primero tomar conciencia del modelo familia que queremos para nuestros hijos, e ir dando los primeros pasos para diseñarlo.
Luego rescatar lo que nos fue útil en el pasado y adaptarlo a tu nueva realidad.
Por último y no menos importante vaciar la mochila de la culpa por no ser el padre o madre perfecto, de los deberías, de los no tengo tiempo…
Empieza ya, nunca es demasiado tarde para dar el primer paso.
“Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es posible y de repente estarás haciendo lo imposible.” San Francisco de Asís