“El verdadero amor no es otra cosa que el deseo inevitable de ayudar al otro para que sea quien es.” —Jorge Bucay
Dice mi padre, que eso de San Valentín es un invento del Corte Inglés. Sea lo que sea, la realidad es que se ha popularizado mucho en nuestro país en los últimos años. Todavía me acuerdo del primer San Valentín que pasé en USA de adolescente, no había visto más corazones de todos los colores y tamaños en mi vida, todos los caramelos, bombones y tartas se transformaban en corazones.
El instituto entero se engalanó con corazones, en la clases, en los pasillos, en la cantina, el gimnasio …
Ese fin de semana se celebraba con fiestas, cenas románticas y bailes. Yo por entonces no tenia novio, así que aproveché para cuidar a un niño cuyos padres salían a cenar para celebrar su amor y me pagaron el doble, con lo cual yo tan contenta.
A mi vuelta a España, empecé a incluir San Valentín en las celebraciones anuales, siempre me ha gustado celebrar, sea lo que sea, y por qué no una celebración más.
Todavía me acuerdo de algunas de las celebraciones, más o menos románticas, con novio primero, después con marido y luego con alguna que otra pareja, pero de la que más me acuerdo es de una celebración de amigas. Nos reunimos un grupo de amigas para esa celebración tan especial, la consigna era llevar algo rojo y engalanarnos para nuestra mejor cita, fuimos a un estupendo restaurante, dónde nos regalaron una rosa roja, una muestra de perfume y una chocolatina en forma de corazón. La cena fue deliciosa, pero lo mejor, la compañía, lo bien que nos lo pasamos y lo mucho que nos reímos.
Ahora que llega San Valentín, si no tienes pareja, puede ser un buen momento para conectar con esa relación que te gustaría tener.
¿Qué es el amor para ti? ¿Qué te hace feliz? ¿Cómo te haces feliz a ti misma? ¿Qué características tendría la persona de la que te puedas enamorar? ¿Qué puedes pasar por alto en esa persona? ¿Qué es no negociable?
Quizá puedes flexibilizar un poco el color de ojos, la estatura o si tiene o no pelo. Entre lo no negociable yo incluiría, el cómo te trate o cómo te haga sentir.
“Aprendemos a amar no cuando encontramos a la persona perfecta, sino cuando llegamos a ver de manera perfecta a una persona imperfecta.” —Sam Keen
Solemos conectar con el amor romántico en estas fechas y no es el mejor amor a largo plazo, el mejor amor para mi, es el que te quiere y acepta cómo eres, no te quiere cambiar, quiere lo mejor para ti, no te juzga, te quiere en lo bueno y en lo malo, te acompaña y ayuda a crecer. Puede que pienses que es mucho pedir, pero es que tú vales mucho.
Seguro que tienes mucho amor cerca de ti y puede que no lo aprecies o valores lo suficiente, empieza por valorar todo el amor que te rodea, pero sobre todo, empieza por amarte a ti misma.
Te dejo con un cuento, “El amor vuela”, una historia preciosa que nos ayuda a profundizar en lo que es el amor. Dice así:
Como los mayores daban demasiadas vueltas con la respuesta, las cuatro niñas decidieron preguntarle a su sabio preceptor:
-Maestro, dinos qué es el amor. Nuestros padres nos responden que lo sabremos cuando seamos mayores. ¿Acaso es algo malo?
-No es nada malo, más tampoco ellos están equivocados. No sabréis que es el amor hasta sentirlo. Pero, mientras, podemos aprender algo para reconocerlo. Mañana os daré un regalo.
Al otro día el preceptor les entregó cuatro pequeñas jaulas con un pájaro en cada una.
-Son para vosotras, pequeñas. Cuidad cada una el vuestro. Como veis, son pequeños, alegres y saben cantar. No quiero saber nada de ellos hasta que no os pregunte personalmente. Pero sobretodo que cada una cuide del suyo.
El tiempo pasó, y entre clase y clase el maestro vio que los rostros de las niñas cambiaban cada día. En sus gestos y miradas notaba alternativamente la felicidad, la preocupación, la melancolía o el júbilo; a veces todas parecían tristes o las cuatro eran una expresión de alegría. Cuchicheaban entre ellas y era evidente que se morían por contarle algo. Tras un par de meses, en los que vio en las niñas el paso de todos los sentimientos, les pidió que al día siguiente trajeran sus jaulas.
La primera en hablar fue la que parecía más contenta con el suyo. Lo había puesto en una jaula más grande, con sus pequeños columpios para saltar y tacitas de agua para beber.
-Veo que tu pajarito está muy bien acostumbrado a su nueva jaula. Está gordo y parece saludable. Más no oigo que cante, dijo el tutor.
-Es verdad. No me había dado cuenta-respondió la niña-. ¡Parece tan contento!
–Es evidente que lo quieres. El amor es cuidar a quien amamos, pero también hay que escuchar y saber qué quiere de nosotros. Posiblemente esté agradecido por lo que haces por él, aunque no estoy seguro de que esté muy a gusto, ya que por alguna razón ha dejado de cantar.
La segunda le mostró la suya, en la que el pajarillo había crecido notablemente; estaba bastante gordo y apenas podía moverse en su pequeña jaula.
-Veo que el tuyo está bien alimentado, diría que demasiado. Y tampoco canta. Parece que para ti el amor es dar en exceso, lo que a la larga no será bueno para ambos. Le has dado tanto de comer que este animalito ya no podrá salir de su jaula y tendrás que romperla si quieres liberarlo. Está incómodo y de mal humor. Míralo, lo suyo es simplemente esperar, no le has enseñado a hacer otra cosa. Haz como tu hermana, dale más espacio y menos comida. Tal vez acabe cantando para comunicarse contigo… o porque es más feliz. Tú también tendrás que aprender a observarlo: quizá quiera otra cosa.
La tercera le mostró su jaula vacía, y entre sollozos le contó que quería tanto a su mascota que cada día lo sacaba de la jaula y la tenía un rato en sus manos. Pero un día pensó que tenía frío y la cobijó bajo su abrigo, y cuando quiso darse cuenta había muerto.
-No llores, pequeña-dijo el preceptor-. A veces el amor es como un pajarillo en nuestras manos: si la abrimos demasiado echa a volar, pero si lo apretamos mucho se muere. Te regalaré otro y sabrás ahora como cuidarlo. El pobrecillo ya te ha enseñado lo más difícil del amor.
La cuarta niña también le mostró su jaula vacía, pero la expresión de su rostro no era de tristeza, sino de pícara alegría.
-¿Y tú qué me cuentas?, preguntó el sabio.
La niña le hizo un gesto y se acercó a la ventana. La abrió, sacó un puñado de granos del bolsillo y lo esparció en el alféizar. Unos segundos después, cinco o seis pajaritos se posaron allí y no dejaron ni un solo grano. Después volaron a un árbol cercano, desde donde llegó hasta la habitación un concierto de gorjeo y silbidos.
-¿Uno de esos es el tuyo? volvió a preguntar el maestro.
La niña asintió.
–El mejor amor es el que se vive en libertad. Cada amor es diferente, pero a la vez ese amor es único. Espero que lo hayas hecho porque amar a un animalito no es lo mismo que el amor entre ellos. Lo has dejado en libertad para elegir, y creo que ya ha hecho amigos y tiene pareja, pero también te quiere a su modo y te devuelve amor en su canto. Si llegas a amar así serás feliz.
Mima, riega y cuida a tu pareja (si la tienes), a tus amistades, tu familia y a la gente que te quiere, pero sobre todo cuidate y quiérete mucho. Las relaciones de amor se construyen día a día.
Como quiera que decidas celebrar o no, el día de San Valentín, piensa en ti y en mejorar la relación contigo misma, ya que con quien seguro pasarás el resto de tus días será …. Contigo.
“La vida no tiene sentido, se lo das tú con lo que hagas, con lo que te apasione, con tus ilusiones. Tú construyes el universo a tu medida” Walter Riso