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Este mes es el mes de los exámenes por excelencia, excepto los pocos afortunados que han ido sacando todo poco a poco y casi han acabado, al que más o al que menos le queda algún examen por hacer.

Es el mes de hacer un último, o en ocasiones primer, esfuerzo por un aprobado, momentos de tensión, noches sin dormir, todo por conseguir limpiar la conciencia por no haber mantenido un esfuerzo a lo largo del año, además, si después de este atracón, no conseguimos los resultados deseados, siempre podemos echarle la culpa al estrés, la falta de sueño, …

¿Cuál es el mecanismo que nos lleva a dejarlo todo para el último momento?

El fundamento básico es que estamos programados para buscar el placer y huir del dolor y estudiar, puede ser doloroso, además hoy en día, en que conseguimos muchas cosas  a golpe de click, el esfuerzo están minusvalorado, se tiene la falsa creencia de que todo tiene que ser fácil y si no lo es, abandonamos.

Por otro lado, esto también ocurre en los estudiantes perfeccionistas y con miedo al fracaso, aunque aparentemente parecen trabajar mucho, cuando hay algo que no les gusta o no se les da bien, suelen dejarlo para mañana, pasado y el otro, hasta que no les queda más remedio que enfrentarse a ello, y entonces se dan el atracón, en este caso, si no consiguen el resultado deseado, la culpa la tiene la falta de tiempo, sueño o estrés.

 

¿Qué más hay detrás de todo esto?

Además de la huida del dolor, otro aspecto que dificulta el estudio, son algunas creencias que pueden limitar el aprendizaje, como que soy malo para los idiomas, que esa asignatura no se me da bien. Cuando se tiene una creencia de ese estilo, lo que solemos hacer es seguir el principio que he mencionado antes de evitar aquello que no se nos da bien, con lo cual, al evitarlo es muy fácil darnos la razón y conseguir que no se nos dé bien algo. Solo podemos dominar aquello que practicamos.

Cuando algún alumno tiene esta creencia, lo rimero que le pregunto es cuánto tiempo se dedica a eso que dice que no se le da bien. Normalmente la respuesta es “poco o nada de tiempo”. Luego le pregunto por algo que se le da bien y cuánto tiempo le dedica, normalmente, le suelen dedicar mucho más tiempo.

Finalmente, reconocen que si le dedicaran la mitad del tiempo a lo que no les gusta, seguro que se les daba mejor.

 

¿Cómo abordar algo que no les gusta?

Tenemos un arma muy poderosa y como decía Einstein, “más importante que el conocimiento” y es la imaginación.

La solemos usar de forma no muy útil en numerosas ocasiones, como por ejemplo, cuando pienso, “me van a suspender”, “no me lo sé”, “uf, qué difícil”, “me voy a quedar en blanco”… ¿Cómo me siento con estos pensamientos? No muy bien, ¿verdad?

 

¿Y si aprendemos a utilizarla de forma más efectiva?

Podemos imagina que eso que no nos gusta o que pensamos que es muy difícil en realidad no es tan difícil o incluso nos gusta, ¿Cómo nos enfrentaríamos a esa actividad? Mucho mejor ¿verdad?

Por ejemplo, un alumno mío surfista, al que no le costaba ponerse a estudiar, le ayudé a imaginar, que surfeaba los libros, al principio pensó que yo no estaba muy bien de la cabeza y le pareció una tontería, pero con práctica a la hora de estudiar consiguió conectar con la sensación que le empujaba a hacer surf , en vez de con la sensación que le alejaba del estudio, cambiando así un mal hábito por otro que le trajo muchos mejores resultados, así como un mayor disfrute.

 

¿Te imaginas cómo sería disfrutar estudiando algo que no te gustaba?

 

Pruébalo y me cuentas cómo te ha ido.

 

Finalmente os dejo con un breve ejercido que recomiendo a todos los alumnos, y a muchos profesores, sobre todo en estas fechas.

 

Sólo requiere 7 minutos de tu valioso tiempo. Además necesitas un temporizador, el del móvil sirve, y una silla. Marcas 6 minutos y te sientas cómodamente, con la espalda recta, los pies firmes en el suelo, haces una respiración profunda y nota como te vas relajando más y más. Cuando lo sientas, puedes cerrar los ojos y continuar centrado en tu respiración, el aire que entra, el aire que sale, o inhalo, exhalo, me relajo. La clave es que la espiración sea más larga que la inspiración, mantente así hasta que suene la alarma, cuando suene, vas conectando poco a poco con el aquí y el ahora, y abres los ojos.

Ya estas preparado para seguir con tus rutinas habituales.

Si lo practicas todos los días, notarás, no sólo que mejora tu aprendizaje, sino también tu calidad de vida.

Además verás cómo tus suspensos se convierten en aprobados

 

¿A qué estás esperando?